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martes, 17 de enero de 2017

ENCUENTROS

El viaje, desde su inicio,  nos mostró un toque mágico.
Minutos después de recibir al Tata en casa, tomamos un taxi al centro de la ciudad, para hacer unos trámites. Dentro del coche, conversamos respecto al viaje, al recorrido y a los detalles que nos quedaban inconclusos. Jorge, el taxista, nos escuchaba atento y en silencio, mirándonos por el 
retrovisor. Tanto se enganchó con nuestra charla que olvidó activar el taxímetro. Recién lo hizo cuando llevábamos hecha la mitad del recorrido.  
Resultó ser Uruguayo y además ciclista y había realizado el mismo recorrido que haremos nosotros ahora. Debe de haber más de un taxista uruguayo en Buenos Aires, pero el encuentro con Jorge, justo en ese momento, a horas de emprender el viaje y con el aporte que nos brindó, no puede ser simple coincidencia. 

En el buquebús a Colonia conocimos de forma fortuita a dos salteños, que viajaban a la costa uruguaya. Uno de ellos resultó ser familia de Damián, (esposo de mi mamá y padre de mi hermanito Franco). El mundo es un pañuelo.

Al arribar a Colonia, luego de dar unas vueltas buscando algún lugar donde alojarnos, optamos por ir al camping. Buena decisión. Allí conocimos a Carlos, que viajaba con su mujer, su cuñada y el esposo de esta, desde Goiania, Brasil, hasta Bariloche.
Carlos es peruano y vive hace más de 15 años en Brasil. Es Doctor en Ciencias Políticas y profesor en la universidad estatal de Goiania. Tiene a su cargo el curso de Derechos Humanos y Políticas Públicas y es una apasionado de lo que hace, materia que me interesa. Unos días antes, al visitar Montevideo, preguntó por la casa del ex presidente Pepe Mujica, el que lo recibió y le dedicó dos horas de su tiempo. Charlamos largo y tendido de actualidad y de nuestras vidas. Super interesante. Nos invitó a cenar arroz con mariscos y terminamos de cocineros con el Tata. Salió exquisito y recibimos felicitaciones de todos los "cenadores".-

El domingo nos castigó la lluvia desde la tarde. Refugiados abajo del "tarp" dormimos la siesta de rigor, al ritmo de la lluvia cayendo sobre el toldo. Gracias a la amabilidad del encargado del camping, pudimos dormir bajo techo, con la compañía de una familia y dos chicos en bicicleta. Nos lo brindó sin pedirlo.
Hoy estamos en el Chuy, Brasil y mañana comenzamos el descenso en bicicleta hacia Colonia. Esto recién comienza y no deja de sorprenderme !!  
Los dos amigos salteños. La charla de más de dos horas en cubierta nos dejó color camarón... pero hubo risas y cerveza.

Santiago

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