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sábado, 30 de junio de 2018

La Vida es otra cosa.... ( de "Mis viajes")




                                              La Vida es otra cosa
Entre mis vecinos, había un hombrecito extraño. O mejor dicho,  diferente. Era de baja estatura, usaba gruesos anteojos y se movía con velocidad y gestos mecánicos. Era relojero y músico. Tocaba el bandoneón y había desarrollado un sistema, que utilizando luces de distintos colores, coincidiendo con los botones del instrumento, permitía a los sordos, una percepción visual del sonido del instrumento. Lo encontraba en la parada del autobús y viajaba con él diariamente, aunque más allá del saludo, no manteníamos ningun diálogo, ya que se abstraía con un libro, que idefectiblemente, tenía sus tapas forradas de papel azul oscuro.
No recuerdo como surgió la charla, ni siquiera de que hablamos, pero si me quedó grabada su frase; la Vida es otra cosa. Fue la iniciación a otro viaje. Esta vez por territorios más complejos y fascinantes. Un viaje que parece iniciado ayer y no en mi adolescencia. Un viaje del que felizmente no vislumbro el final. El de encontrar la suprema razón de la Vida, de comprender el Plan maravilloso que anima el Universo. EL VIAJE.
Mil gracias Maestro  Vicente "Tito" Chiminelli.

viernes, 15 de junio de 2018

La señorita Orleana

En los siete años que transcurrieron, mientras recorría la escuela primaria, hubo uno, que guardo como un tesoro. 

Ese año me proveyó de elementos que conformaron, entre otras cosas,  mi actitud ante la vida. 

Fue mi maestra durante 1958, el año que la perrita Laika circunvaló la Tierra, Orleana Pazcuzzi  vda. de Cortés. Así firmaba, la que para nosotros era simplemente; la señorita Orleana. Fueron los años más fértiles y donde más aprendí. Los que me dieron alas para volar mis viajes. 

Me gustaría hacer una obra de teatro, le dije a Orleana. Siguiendo mis "instrucciones", fuimos juntos a una de las radios más famosas de Argentina, y pedimos el libreto en el programa "Juancho y sus niños actores". La representamos en unas fiestas patrias.

Me gustaría hacer un periódico escolar. Orleana me acompañó y le puso nombre: Inquietud se llamó la hoja que yo dirigía y que mensualmente tiraba tres ejemplares, escritos a mano por las compañeritas de mejor caligrafía. En él, contabamos temas de nuestra escuela y los reportajes que yo realizaba a directores y maestros. Obtuvimos mención especial, en un concursos de periódicos escolares, organizado por la Asociación Inter Americana de Prensa.

Cuando me ausenté largos días del aula, victima del sarapión, Orleana vino a casa a verme y dejó como regalo en mis manos un libro, Naves, oro, sueños.

Todavía está conmigo. Orleana digo, no el libro.