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miércoles, 23 de octubre de 2013

Viaje en el Strong Forest y Centro America

Viaje en el Strong Forest  y Centro America
Una vez finalizado el embarque de los autos, embarcamos los integrantes de los equipos. Eduardo, Martin y nosotros tres. No teníamos idea de cómo iba a ser el viaje por mar hasta Puntarenas, Costa Rica, pero supero ampliamente lo esperado. En primer lugar fuimos alojados en camarotes, con baño privado y mucha agua caliente. Ah, qué bueno !!. Por la tarde, un marinero llamó a la puerta para anunciarnos a qué hora el capitán nos esperaba para cenar… ¡Huija!, seguíamos subiendo. Al entrar al comedor,  nos recibió el maître del capitán, quien nos ubicó en una mesa muy grande, ovalada, con impecable mantel blanco y cubiertos de calidad y en la que entraba un solo plato más.
El capitán,  un vikingo de finos modales, pero solitario. No conozco las escalas jerárquicas en los buque de carga, pero este tío no se sentaba con el resto de la tripulación, al menos durante las 55 horas que duró el viaje hasta Puntarenas. Veníamos de dieta restringida, limitada a frijoles, arroz y pescado, y pasamos a la abundancia. Envidié un poco a las vacas con sus cuatro estómagos. El resto del viaje fue jugar ajedrez, tomar sol y disfrutar de la fauna marina.
A pesar de lo relativamente breve del trayecto, sentí alivio cuando desembarcamos y entendí  un poco más a los marineros. Me imaginé un mes en el mar y me parecía un verdadero aburrimiento.
En Puntarenas, Eduardo decidió seguir inmediatamente hacia el norte ni bien desembarcaron su auto. Nosotros resolvimos quedarnos al menos hasta el otro día.
Visitando los alrededores del puerto, conocimos unas chicas que trabajaban en uno de los tantos bares con habitaciones “reservadas”, frecuentado exclusivamente por marineros. Amablemente nos invitaron con cervezas, y a diferencia de otras aproximaciones de mujeres, tan frecuentes en zonas portuarias, ellas se mostraban desinteresadas y francas. Aceptamos gustosos y  cuando ya nos estábamos yendo a buscar alojamiento, nos invitaron a quedarnos con ellas. La única condición era que debíamos esperar a que terminaran su jornada. Aceptamos, quedándonos en el bar, tomando cervezas y observando el comportamiento y las excentricidades de los marineros, que invariablemente terminaban su diversión totalmente borrachos.
Como a las tres o cuatro de la madrugada, nuestras anfitrionas finalizaron su trabajo y nos retiramos a sus habitaciones. La mujer con la que compartí dormitorio, se quejaba  del mal trato que recibían de sus clientes. Finalmente el cansancio la venció y se durmió. Si alguien esperaba otro final, lamento defraudarlo. La mano cordial y desinteresada, una vez más, apareció desde donde menos lo esperábamos. Buena gente las chicas del puerto.
A la mañana siguiente, desayunamos con las chicas, y como estaban limpiando el bar nos fuimos a bailar a la vereda. Deberían de ser las 10 de la mañana, cuando nos despedimos de estas amigas, que tanta generosidad nos brindaran. Prometimos volver.
 Pusimos rumbo al sur, pues San José queda unos 150 km en esa dirección.
En la ciudad, hice en la embajada de EEUU, el ensayo final para obtener la visa, que conseguimos felizmente en Managua, Nicaragua.
En el consulado de EEUU en Managua, nos presentamos  a llenar la solicitud de visa. Calmaba nuestra ansiedad, el ver que todo el papeleo seguía el procedimiento por nosotros ya estudiado, hasta que llegó el momento en que nos informaron, que tenían que hacer el pedido de antecedentes penales a Buenos Aires y ahí fue donde pusimos nuestro plan en desarrollo. Expresamos sorpresa en primer lugar, luego alguna muestra de contrariedad, y por último jugamos nuestra carta; “Señorita, esto va a demorar demasiado, por lo que quisiéramos hacer el trámite mediante telegrama urgente. Para esto vamos a adelantar el dinero que el consulado  disponga a efectos de sufragar gastos”.
La sacamos del libreto… no sabía que decirnos, mientras yo la seguía empujando;
“diga usted, 100, 200 dólares?” Turbada, balbuceo algo así como ;“espere un momento señor, y lo fue a buscar AL CONSUL !!. Aparece el gringo, muy cordial y respetuoso. Luego de los saludos, nos preguntó en qué auto viajábamos, en un Ford, fue la respuesta, omitiendo especificar el modelo. ¿Cómo se financian ustedes?, preguntó. “Periódicamente nos giran dinero nuestros padres”. Pero ahora, ¿Cuánto dinero tienen? Ya esperaba esa pregunta y con cara de poker respondí ,”bueno, ahora aproximadamente 2000 dólares”, mientras hacía llevaba la mano al bolsillo para mostrar el dinero. Esto, dentro de un edificio público americano, puede significar soborno, y por otra parte la visa era gratuita.”No señor, no hace falta”, dijo el cónsul, acompañando sus palabras con el gesto de detener mi acción. En mi bolsillo había preparado un fajo de billetes, con dólares en su parte visible. No hizo falta.
Nos pidieron que regresáramos al día siguiente y ahí dispusimos de nuestra visa de entrada a los Estados Juntitos. Esto lo celebramos como un gran paso, necesario para concluir nuestro viaje.

Años después, un terremoto destruyó Managua y el edificio de la embajada americana matando al embajador de los EEUU.
En esta ciudad vivimos una anécdota curiosa,  pues salió el Ford fotografiado en el diario, pero por su cuenta. Nosotros estábamos en un bar, frente a un periódico de Managua, cuando una intensa humareda cubrió la ciudad. Seguramente el fotógrafo del periódico se asomó por la ventana, saco la foto y estaba nuestra máquina.

Otra cosa que recuerdo, es que un bombero, con el que había entablado cierta confianza, me dijo una tarde; ”Esta noche habla Fidel”. Yo no tenía ni idea de que las transmisiones de radio Habana se escuchaban en Managua, pero claro, había que ser muy discretos . A la noche y por primera vez para mi, escuché a Fidel dando un discurso en una universidad. No recuerdo cuanto duró. Primero me engancho mucho, pero después de dos horas me quedé dormido, cosa que me lamenté al día siguiente.
Estimulados con haber podido salvar el último obstáculo, seguimos hacia el norte. Honduras la pasamos en un rato y no nos desviamos hacia su capital Tegucigalpa. En el Salvador ya conté que al rajarse la tapa de cilindros, nos obligó a estar una semana en esa. Guatemala tiene una frondosa vegetación y mucho camino de subidas y bajadas por las costillas de los Andes. Bellísimos pueblos que aparecen en la niebla, o se divisan de una altura superior a las nubes. Mucha población indígena, lo mismo que en el sur de México. Ahí la cosa cambia, el continente se ensancha y la ruta te lleva hacia el océano Atlántico, al golfo de México. Este era un océano que conocíamos, pero que no
habíamos visto en nuestro raid, ya que nuestra salida, fue desde Buenos Aires hacia el oeste. El toparnos con las aguas del Atlántico, ameritaba celebrarlo con un buen baño de mar. Estábamos conversando en la playa, cuando alguien que pasaba, menciono nuestro coraje por bañarnos en esas aguas infestadas de tiburones. Estos tres valientes, no solo no volvieron al agua del mar ese día. No lo volvieron a hacer por el resto del viaje.
México se destaca entre los países de habla española, no solo por su tamaño, población y cultura, sino también por el profundo nacionalismo de sus habitantes, muy cordiales y divertidos, pero con algunas diferencias respecto a lo que hasta allí habíamos visto.
Antes de conocernos, nos llamaban invariablemente “gringos”. Cuando aclarábamos que éramos argentinos, muchas veces aparecía la pregunta ¿y cómo es que hablan tan bien español?
Tequila con limón y cerveza más sal, para que no se te pase la “sed”, deleitan  al mejicano. En la gastronomía la clásica alimentación farinácea, pero también con un toque que los diferencia, el picante, que me hacía imposible comer, mientras que  Tano le encantaba,….. son gustos!
Vera Cruz por ser el puerto más próximo a la isla de Cuba, vivía una situación muy diferente, para describirlo, bosquejaré un clásico del cine; “Casablanca”.
Cuatrocientos kms., al oeste de Vera Cruz se encuentra el DF, como les gusta llamar a los mejicanos a su capital. Es una enorme ciudad mediterránea, tal vez la más populosa al sur del Rio Bravo y hasta Tierra del Fuego.
Allí estuvimos algunos días recorriendo y visitando, parte de la gran cultura pre colombina y también departiendo con amigos que daban serenatas a sus amores, algo que solo conocíamos de las letras del tango.
Del DF nos dirigimos al noreste, al estado de Tamaulipas, el más próximo a la frontera con los EEUU, y en la ciudad de Matamoros le dijimos hasta pronto a nuestros pueblos hispano parlantes. Las próximas barreras serían idiomáticas.

Próximo capítulo: USA

sábado, 19 de octubre de 2013

¡nuevo viaje!

Otra vez las cosquillas de un viaje me mueven e ilusionan.
Desde mi regreso de Marruecos, venía planeando un viaje a Finlandia en julio de 2014, pero también en una proyección de objetivos para los próximos tres años, que son los que me quedan como para planear cosas "locas", tenía la idea de recorrer algunos de los países del sur de América.
Para visitar a la familia y amigos, planeamos con Eva un viaje a Argentina para marzo o abril del próximo año y a efectos de optimizar los costos de pasaje, creí conveniente alterar el plan de viajes en bici y cambiar Finlandia por Uruguay, Brasil, Paraguay y Argentina.
Como se imaginarán ya estoy viajando. Elegir las posibles rutas, los lugares que me gustaría visitar e inclusive gente con la que quiero reencontrarme, me ocupan en la planificación que este nuevo proyecto.
Uruguay es un país que quiero sin conocerlo. Solo dos veces lo visité, pero su historia, su música y el carácter de su gente hacen que lo ame y admire, así que lo cruzaré desde el río de la Plata a su frontera norte, para entrar a Brasil por el estado de Río Grande do Sul, la tierra gaúcha, con sus milongas y chamamés movidos, fértiles tierras de colonos europeos y la  región que los jesuitas ocuparon en la conquista de América. A la provincia de Misiones en Argentina, entraré buscando Oberá y luego las cataratas del Iguazú, para recorrer Paraguay hasta Asunción y regresar a Argentina para volver a ver en la provincia de Formosa, a muchos amigos que hace más de 20 años no visito. Ibarreta y Pozo del Tigre serán un destino que ocupará varios días de este viaje. Bajaré por la selva chaqueña,  hasta llegar a Sumampa, en el sur de Santiago del Estero, lugar donde en una "reducción", naciera mi abuelo abipón, Natividad de Jesús Suárez. Por ahí encuentro alguna hilacha que me vuelve a la raíz.  Finalmente la ciudad de Mendoza, con mi hijo Pablo y su  familia será el punto final para la bici, y el inicio de las visitas familiares, ya en compañía de Eva... luego será Bariloche, Santa Rosa en La Pampa y Buenos Aires para el regreso a España.
Desde luego la radio ocupará un espacio en este recorrido. Llevaré (de momento) solo un handy para la banda de 2 metros, pero tramitaré las pertinentes licencias que me permitan operar en los países a visitar. Espero contactar con colegas o Radio Clubes que puedan facilitarme sus instalaciones para llamar en CW...
CQ de CX/EA2SS... PY/EA2SS... ZP/EA2SS y LU/EA2SS... pero en este viaje haré las gestiones para recuperar mi 1º licencia LU4US

martes, 15 de octubre de 2013

Raid: norte de Ecuador y Colombia

Eugenio sigue relatando su viaje y sorprendiéndome, como de costumbre, con su capacidad para recordar hechos históricos ocurridos en esa época. Nuestras habituales charlas, ademas de dilatadas son anárquicas, y nos llevan de a saltos, mezclando al tema central que nos ocupa, otras cuestiones que pueden o no estar ligadas al mismo. Pues lo mismo pasa con este relato. Me he tomado la licencia de eliminar algunas referencias a políticos, acontecimientos sociales o temas que para la gente joven necesitarían de aclaraciones, que entorpecerían lo que de verdad nos ocupa, que es recordar un viaje importante, incluyendo su gestación y revalorizando el espíritu de aventura y la voluntad concentrada en una meta.
Muchos de los textos que quito de la narración, los estoy agrupando para volcarlos al final, ya sea como anécdotas o situaciones curiosas. Pero vayamos a Eugenio y sus recuerdos:  


"La belleza del camino cordillerano, al norte de Ecuador y el Sur de Colombia, es inigualable y  lo disfrutábamos mucho. Al llegar a los pueblos hacíamos “la recorrida”, visitando primero al alcalde, luego los sindicatos de chóferes  gerentes de compañías petroleras, etc. Cuando teníamos víveres, combustible y aceite, pasábamos por las radios locales a agradecer, y algunas veces conseguíamos recomendaciones para autoridades del siguiente pueblo.
Ya en Colombia, y en  el primer pueblo, Pasto, nos encontramos con dos raidistas argentinos que viajaban en un Ford T; Eduardo Falistocco y  Martin Rivero. Con Martin compartimos muy poco, ya que estaban separándose, pero el corto tiempo que compartimos fue muy bueno y divertido. Con Eduardo nos seguimos encontrando por todas las ciudades, incluso en USA. Aparecíamos en los diarios o en la tv, y ambos dejábamos nuestro domicilio, sabiendo que el otro tomaría nota y nos encontraría. La relación con Eduardo  duro más de 20 años, hasta que un cáncer se lo llevó. Siempre me acuerdo que cuando lo conocí, le pregunté por su edad y cuando me la reveló, le dije; “¿che, vos con tus años no estás un poco pasado para andar en esta joda?”
El correr del tiempo me ha hecho ver lo ridículo de mi pregunta .…Eduardo tenía 28 años. De Martin no supe más nada y lo último que escuche de él,  es que se había enganchado en el ejército de los EEUU y había partido hacia Vietnam.
A la colonial y hermosa ciudad de Popayán, el forcito llegó, haciendo sin frenos y sin embrague, los últimos 60 kms., por lo que una vez instalados en el cuartel de bomberos, salimos a buscar toda la ayuda posible; repuestos, talleres, etc. El  mayor problema lo constituía el embrague, pues era bastante caro y venía desde Bogotá, y ahí apareció un amigo, que vivía frente al cuartel y con el que había conversado bastante, dado que su hobby era algo poco conocido por mí. El hombre tenía gallos de riña, y en el patio de su casa disfruté de las reuniones en las que sus amigos caían al ruedo con sus gallitos, para hacerlos pelear, apostar y beber cerveza.
Este hombre, que era muy humilde, me dijo;  “no te preocupes argentino, el lunes voy a tener plata y te compro el embrague” Yo me intrigué, pues siendo él un empleado municipal, me parecía difícil que pudiera concretar su ayuda, pero ese fin de semana, salió con un equipo de médicos que visitaban pueblos aborígenes y llevó gran cantidad de medicinas, las que canjeó por dinero, cerdos, gallinas, huevos, cueros… y de ahí salió nuestro tan necesario embrague, junto a una enorme cantidad de risueños relatos sobre los acuerdos hechos con los hechiceros de las comunidades.
El cuartel estaba ubicado en una esquina. Era una construcción tipo chorizo, con techo de  tejas coloniales y una galería que daba al patio central. Pisos de ladrillos y pilares de troncos conformaban el estilo del cuartel de ciudad chica.
Una madrugada fuimos despertados por gritos que nos llamaban desde el patio. Al salir de la habitación vimos al guardia, que era quien nos pedía que saliéramos. Inicialmente creíamos que estaba ebrio, pero nos explicó “que la tierra estaba temblando”. Tal vez el sacudón mayor había pasado, pero recuerdo que mire hacia el cartel colgante de la entrada y se movía a pesar de ser una noche sin brisa.
Salimos del cuartel y la segunda sorpresa; todo el pueblo estaba en la calle. Algunos vecinos tuvieron tiempo para sacar sus sillas y sentarse en medio de la calle a “platicar” (como dicen por allí) animadamente con sus vecinos, por el resto de la noche. Muchos años después, la hermosa Popayán fue desbastada por un terremoto.
En Cali no pasó gran cosa. Alguna visita a la embajada norteamericana, para confirmar los requerimientos  que pedían para otorgar la visa, y un encuentro con el plantel de River Plate, que se encontraba de gira por Sud América, con celebridades del futbol de la época, como Amadeo Carrizo y Néstor (Pipo) Rossi,  con quienes  conversamos por un largo rato. También nos volvimos a encontrar con Eduardo y Martin y juntos nos dirigimos al puerto de Buenaventura, en la costa del Pacífico. El plan era embarcarnos hasta algún puerto centroamericano ó hasta el canal de Panamá.
El Tapón del Darien, al norte de Colombia y sur de Panamá, sigue siendo hoy un obstáculo impasable, con 700 kms. de pantanos, que no permiten afirmar ninguna carretera, más la permanente amenaza de paludismo ó malaria, hace de esta zona el mayor obstáculo para la concreción de la Ruta Panamericana, en su intento de unir por tierra las tres Américas.
El tramo Cali – Buenaventura es hermosísimo, y una cascada en forma de gruesa ducha cae sobre la carretera. Es el baño de todo transportista o raidista. Eduardo hasta lavó su Ford T.
En Buenaventura pasamos unos días lindísimos. Buen clima, mar en el día y unas  noches espectaculares. Llegamos a montar un equipo de fútbol  Martín y Eduardo jugaban bien, nosotros tres y algún argentino más que andaba por allí. No llegábamos a once jugadores, pero con ocho o nueve enfrentábamos a los colombianos y siempre los goleamos. Ahora saben mucho y juegan muy bien.
Pese a todo lo bueno, se avecinaba tal vez la última y más difíciles de todas las crisis que soportó este viaje.
Las compañías navieras, nos cotizaban el precio de transportar los autos por un lado y los pasajeros por otro. Para Eduardo no había problema, ya que su viaje tenía un presupuesto muy distinto al nuestro. Había vendido una fábrica y un departamento en Buenos Aires antes de partir, pero los 600 dólares que nos pedían hacían imposible para nosotros el continuar. A esto se sumaba que algunas empresas que colaboraban con nuestra estadía en la ciudad, dejaron de hacer sus aportes. La crisis se profundizaba y se hizo inevitable hablar del tema más temido por mí. Algo que me quitaba el sueño y no me resignaba a aceptar; PEGAR LA VUELTA.
Con Eduardo habíamos hecho gestiones en todas las compañías, y todas arrojaron resultados negativos. Faltaba una, La Gran Colombiana, que no había contestado nuestro cable desde su sede central en Bogotá. Eduardo estaba decidido a pagar el costo del viaje, pero nosotros deberíamos tomar la decisión que habíamos hablado; VOLVER.
Fernando y Antonio se mostraron en todo momento como buenos raidistas, pero esta situación nos superaba. Evidentemente para mí, el raid era algo que estaba demasiado profundo en mi cuero. Lo había soñado mucho. Demasiado para rendirme.
La noche anterior a la partida de regreso a Argentina, les comunique a mis dos compañeros, que había tomado la decisión de  seguir solo y terminar el viaje a “dedo”. Ellos regresarían con el auto a Buenos Aires.
Se habló largo rato del tema y los riesgos que implicaba. Por esos tiempos, un joven con pasaporte argentino, era automáticamente sospechoso. La violencia de la guerrilla estaba instalada y el nombre de “Tiro Fijo” (Manuel Marulanda), se escuchaba todos los días. Era muy reciente el intento de invasión a Cuba en Bahía Cochinos y toda América se encontraba envuelta en conflictos violentos. De todas maneras, la decisión de continuar, me puso de buen humor. Seguiría, solo y a pata, pero seguiría..!!
A la mañana siguiente, me encontré con Eduardo, y nos hicimos una pasada por la compañía La Gran Colombiana, la sonriente cara de la empleada nos llamó la atención. Nos mostró el cable, que la antigua teletipo había arrojado; los cinco pasajeros y los dos autos, autorizados a embarcar en el buque de bandera noruega Strong Forest, con destino a Puntarenas (Costa Rica), con un costo de u$s 30 por cada automóvil y u$s 16 por cada pasajero.  Gran fiesta…. ¡¡ SUDAMÉRICA, SEGUIMOS !!"

El próximo capítulo: viaje en el Strong Forest y Centro América.

sábado, 12 de octubre de 2013

REFLEXIÓN



Hay momentos que buscas el retiro, el refugio de la cueva, el silencio en la mente, la paz en el entorno.
No más luchas que me hacen perder tiempo que puedo usar para admirar la belleza del Mundo.
No más luchas que endurecen mi corazón, llenan mi camino de obstáculos y echan a perder un futuro digno y feliz. 
Necesito todo mi tiempo para poder amar en todos los instantes a mi mujer, a la persona que ha apostado por mi, que renuncia a cosas por mi, que está por mi.

Si el Mundo quiere destruirse lo acabará haciendo.
Si la gente prefiere la oscuridad y la ignorancia en lugar de la luz del conocimiento. 
La seguridad de la esclavitud a la incertidumbre de la libertad.
Quien va a impedir que los deseos de la mayoría se hagan realidad?

Si las nuevas generaciones apuestan por la apatía, la auto-complacencia y el egoísmo.
Si priorizan la pereza y el hedonismo aunque pierdan familia, casa y comida.
Si su forma de diversión es bloquear sus sentidos, que son las herramientas para entender y evolucionar. Si encuentran placer subiendo el volumen de algo que llaman música para no oír, ni escuchar, ni escucharse... si buscan las aglomeraciones para no moverse, porque están más a gusto en el rebaño que en la libertad del cielo y horizonte abierto. Si fuman sin parar para no oler y perder la fuente de información que nos conecta con la naturaleza. Si buscan en sustancia químicas sensaciones, porque desprecian lo que les puede ofrecer su cuerpo y el Mundo entero. Si prefieren la noche al día.
Quien va a luchar por ellos?

JEH 






Viaje Argentina - EEUU. Etapa Ecuador

Una nueva entrada con el relato de Eugenio de su Raid. Ida y vuelta Buenos Aires - Detroit en un Ford A. Para quienes recién llegan, esto fue hace 50 años. Vamos al relato:

De Lima al norte - Ecuador
Mi amigo Raúl, “El Pampa”, elogia frecuentemente mi memoria, pero yo tengo muchas dudas al respecto, pues en estos días que estoy repasando el viaje, me aparecen parcialmente muchas personas o hechos que no puedo terminar de recordar con claridad. Obviamente la imaginación, me ofrece como canto de sirenas, un montón de salidas, de las que dudo y que ningún lector merece. Es por esto que la síntesis del relato está condicionada a lo que puedo recordar con certeza después de estos cincuenta años.
Cuando salimos de Lima hacia el norte, sentí una sensación de alivio. Atrás había quedado un compañero de la primera hora y amigo de la infancia, pero la relación se cortó. Aunque tuvimos un trato cordial a nuestro regreso, nunca más compartimos nada. Ni siquiera preguntó cómo había sido nuestro derrotero, después que el volviera a Argentina.
Pero a partir de entonces, había un relanzamiento del raid. Estábamos decididos a adelantar lo más que nos fuera posible. El equipamiento, ahora reducido solo a lo indispensable,  además de dos viajeros menos, aumentaba el rendimiento nuestro y del auto.
El clima de Lima al norte es estupendo y la ruta, siempre cerca del mar, nos ofrecía continuos altos para disfrutar de la gran cantidad de playas. Algunas con médanos de arena muy fina.
Trujillo y Chiclayo quedaron atrás. De Chiclayo recuerdo el desagradable olor a la harina de pescado de las factorías, que te seguía por largo rato después de haber dejado la ciudad. Llegamos a Piura al finalizar el segundo día de la salida de Lima. Allí nos alojamos en el “hotel” de siempre; los bomberos locales. Fue entonces que  con gran disgusto notamos que nos habíamos olvidado en Lima, una caja de herramientas indispensable para la continuidad del viaje. Los bomberos de Piura gestionaron el envió de la caja desde Lima, y nos quedamos en la ciudad hasta los primeros días del año nuevo (1963).
La iglesia de Piura, frente a la cual fotografiamos el coche, cosa que mostramos en entradas anteriores,  tiene una estructura totalmente en hierro,  diseñada y construida en Francia por el ingeniero Eiffel. Este tipo de edificios fue frecuente en los primeros años del siglo pasado, reiterándose en otros países de América e incluso Europa.
Celebrando el año nuevo, a las 2 de la mañana, recibimos con sorpresa un llamado telefónico; eran los bomberos de Lima que nos querían saludar!!
Un par de días después,  ya en la frontera de Ecuador, encontramos el cartel de entrada decía; “Ecuador país amazónico”,  introduciendo al viajero en  las eternas disputas de todos los pueblos americanos. Todos sin excepción, tiene algún conflicto con el vecino. Creo que la mayoría son implantados, no sea cosa que nos entendamos, levantemos la cabeza y podamos enfocar al verdadero enemigo.
En lo económico, Perú nos trato muy bien. Entramos con unos 700 soles y al salir por su frontera norte, después de más de treinta días de estadía, contábamos con 1300 soles y lo que habíamos vivido.
El miedo por la documentación del auto se disipó rápidamente, ya que al notar que los empleados  de las aduanas, tenían dificultades para llenar los formularios de “autos en
tránsito”, ofrecíamos nuestra ayuda, repitiendo las soluciones encontradas en las fronteras anteriores y haciéndonos cargo del llenado de la papelería.
Empezamos  a escuchar comentarios, sobre otros raidistas que no habían podido conseguir visa de USA y al quedar varados se les agotaban las posibilidades, cosa que los obligaba  a regresar. Por eso, de ahí en más, conseguir la visa de USA comenzó a ser un nuevo objetivo prioritario y comenzamos a acopiar información. Todo obedecía a un mismo patrón; las embajadas decían siempre y muy amablemente sí a todo, pero luego la policía de tu país era la que no mandaba el informe de antecedentes. Cualquiera que estuviera un poco informado en esos días, sabía que USA no pedía informe más que a sus propias embajadas.
Una ruta “estratégica” recorría los primeros kms., del Ecuador,  plagada de baches y zanjas, construidos por los militares, para dificultar una posible invasión!! Aunque paradójicamente,  en ese momento había un gobierno civil en Ecuador.
Tampoco pudimos seguir la ruta natural por Loja, ya que en épocas de lluvia el lodazal imposibilitaba su tránsito. Tuvimos que dirigirnos al puerto de Machala (el mayor exportador de bananas del mundo en ese momento), para embarcar en un ferri que tras seis horas de navegación por la bahía de Guayaquil , nos dejó en esa ciudad en la madrugada.
En la escala social, los “changarines” o peones de los puertos ocupan una de las más bajas. En la motonave “Colón” que nos llevó a Guayaquil , tuvimos la oportunidad de vivir la experiencia de tratarlos y hacer amigos en tiempo record, en el puerto de embarque (Machala, foto con muchas bananas),  y esto nos resolvió los problemas al embarcar, pero durante el viaje y en el desembarco tuvimos jaleo y del bueno. En la travesía recuerdo a un muchachito de unos 11 años, sentado en un rincón, acurrucado y con los brazos rodeando sus rodillas. Nosotros habíamos alquilado unas hamacas  para descansar en cubierta por la noche y al ver al “pibe”, le pregunté si iba a dormir ahí sentado, me contestó; “si señor, tengo miedo que me roben las zapatillas”. Lo rodeamos con muestras hamacas, y lo invitamos a dormir entre nosotros. Así se durmió y cuando empezaba a amanecer, con el puerto de Guayaquil a la vista, lo despertamos… su primera actitud fue la de buscarse los pies y comprobar que tenía las zapatillas. Eso no se me olvidó nunca.
Ya en puerto, comenzaba la batalla por el desembarco. Las planchas para poder subir el auto al pontón habían desaparecido. Hubo de todo y nos salió bastante  bien, pues  algunos aliados espontáneos emparejaban las disputas. La marea baja y la falta de espacio para que el coche tomara velocidad, hacían casi nulas las posibilidad de desembarcar sin ayuda y esto implicaba el pago de un “peaje”. De todas maneras intentamos salir por las nuestras, pero el Ford quedó plantado en el medio de la planchada… Las muchas voces de protesta crecían y el ambiente se ponía pesado ..  es hasta un pedo  hubiera sido un soplo de aire fresco. Solo con mirarnos acordamos “hacer la pata ancha” y no ceder al chantaje. El Tano, un todoterreno silencioso, se planto frente a quienes ocupaban el barco y gritó; “o ayudan o aquí no baja nadie” . Algunos rezongando y otros alegremente, comenzaron a empujar el auto hasta subirlo al muelle.  Superado el altercado y en tierra firme, nos reímos largo rato celebrando el triunfo, fruto de un tácito acuerdo sellado con la mirada.
En una foto ya publicada, aparecemos en Guayaquil vendiendo rifas de una Villa, que se sorteaba en esos días. Además, llevábamos alguna propaganda. Mi hermano Fernando de chofer, el Tano de payaso junto a otro vendedor, y yo de lenguaraz con
un megáfono, ofreciendo el producto. Los mercados de los suburbios de Guayaquil, también nos dejaron muchas anécdotas risueñas y otras no tanto, que irán en capítulo aparte.
En Guayaquil se vive con una camisa todo el año, ya que está en la costa y casi en el ecuador, pero en Quito, ubicada a gran altura, pasamos frio. Pero como pasábamos del frio al calor, también pasábamos de la mala a la buena suerte. Al norte de Quito se encuentra la ciudad de Ibarra, a la que llegamos con el auto necesitando de un buen servicio. En busca de eso andábamos, cuando nos encuentra el secretario del gobernador y ahí la cosa dio un giro. Rápidamente nos comunicamos con él, pero el hombre tenía la agenda cargada esa mañana, así que ordenó a su secretario que los talleres del municipio se ocuparan del Ford y a nosotros nos hicieran conocer la ciudad en un imponente Chevrolet Impala. Esto finalizó a la hora del almuerzo, cuando nos depositaron en un lujoso restaurante donde el gobernador nos esperaba para charlar de nuestra aventura y agasajarnos. A nuestro regreso, volvimos fuimos en busca de nuestro “amigo”, pero un golpe de estado, había derrocado al gobierno y nuestro mecenas ya no estaba en su puesto.

Déjenme tomar una cerveza y seguimos con Colombia… ya vuelvo.

martes, 8 de octubre de 2013

Más fotos del Raid de Eugenio

Aquí tenemos más fotos del raid en coche, que hace 50 años hiciera mi amigo Hermes Eugenio Pérez con su hermano Fernando y El Tano, un amigo. En el inicio también participó Jópele, pero desde Lima regresó a Argentina. Ellos completaron la distancia hasta Detroit y regresaron a Argentina en el mismo vehículo.
Es interesante observar las fotos y sus detalles. Cada una cuenta algo sobre el viaje.
 Aquí están cruzando el lago de Managua, en Nicaragua
 Ya contará Eugenio de que se trató esto. Con el megáfono Eugenio, el Tano con nariz de payaso y Fernando al volante.
 De colchonetas aislantes y demás modernidades nada.......
Fernando en primer plano a la izquierda, el Tano comiendo una banana y arriba sosteniendo un cacho y con gafas negras Eugenio. (ojo, los hermanos Pérez son gemelos y puedo estar cambiándolos de sitio... sorry)

sábado, 5 de octubre de 2013

Bici viajero con solera




 El 1º de enero de 1950, este joven emprendió un viaje en bicicleta con motor, desde Buenos Aires a San Francisco, provincia de Córdoba, Argentina. Se llamaba Ernesto Guevara de la Serna, pero el Mundo lo reconoce como "EL CHE"

martes, 1 de octubre de 2013

El Ford A en Costa Rica

Copia del viejo album, en el que Eugenio conserva sus recuerdos del Raid

El Ford A de Eugenio

Después de unas vacaciones en la playa, retomo el relato del viaje que hace 50 años, hiciera Eugenio, su hermano Fernando y el Tano, desde Buenos Aires a Detroit ida y vuelta. Ayer se cumplieron exactamente los 50 años del fin de esa aventura.
Lógicamente los protagonistas son quienes nos van narrando los detalles de esa historia a través de Eugenio y su prodigiosa memoria, pero hay un elemento fundamental en el viaje y es el coche. Ese auto que en el momento de la partida, ya contaba con treinta años de existencia. Le pedí a Eugenio que me escribiera sobre eso y esto es lo que recibí:

El Ford modelo A
Este automóvil, reemplazó al mundialmente famoso Ford T.
Fue construido entre los años 1929/30/31 y se presentó con una gran cantidad de innovaciones técnicas, a las que acompañaba una gran variedad de modelos. Estaba equipado con un motor de cuatro cilindros en línea, de poco más de tres litros de cilindrada, que generaba una potencia de 40 HP y una velocidad máxima de 100 Kmh. También incorporaba, como uno de los grandes adelantos de la época, una caja de velocidades de tres marchas, no sincronizadas. Contaba además, con motor de arranque (burro) sin dejar de lado la clásica manija con la que se arrancaban los modelos anteriores. Por último disponía de una caja pedalera, tal como las que usamos en la actualidad; embrague, freno y acelerador.
A nuestro autito le habían adaptado frenos hidráulicos, reemplazando los originales de varilla.
Los autos que llegaron a Argentina, antes de la Segunda Guerra Mundial, venían equipados con el volante del lado derecho,  ya que se conducía por el lado izquierdo de la carretera, norma que cambio en nuestro país en 1945.
Algunas de las partes del coche, demostraron ser indestructibles. Como la  caja de velocidad, el cardan y palieres. Otras sufrieron el mal trato que le impusimos en tan duros caminos.
La caja de velocidades, no era sincronizada, por lo que había que hacer los cambios  con “rebaje”. Esto es; desenganchar la marcha en uso, acelerar en vacio y cuando el oído te decía que el motor había alcanzado el mismo régimen de giro que la caja, se embragaba nuevamente y se metía el cambio con suavidad. Esta maniobra no podía durar más de 2 o3 segundos,  y en la montaña, con sus curvas, contra curvas y trepadas, no podías permitir que el auto se “duerma”.
Muchas veces, en los caminos de ripio, las piedras nos cortaban los neumáticos o los caños de frenos. Cuando se presentaba este último problema, mi hermano como mecánico, anulaba la rueda que tenía el circuito dañado si se trataba de una trasera, ya que con el freno de las dos delanteras era suficiente. Pero si las anuladas eran las ruedas delanteras, las traseras detenían muy poco al auto, y ahí aparecía el duro trato al que sometíamos al Ford. Bloqueando con el freno las ruedas traseras, el auto tendía a “colear”, pero en un par de segundos y con las ruedas bloqueadas, le metíamos la marcha atrás, desembragando y acelerando para evitar que el motor se detuviera. Así el auto, con las ruedas motrices  girando en sentido inverso se detenía. Los palieres y el embrague eran las víctimas. El embrague claudicó en Colombia y ya les contaré como fue su reparación, donde una vez más aparece la tremenda solidaridad de la gente.
De los mayores daños sufridos,  recuerdo que fundimos una biela en Costa Rica. Estábamos procurando llegar a Peñas Blancas, en la frontera, antes del horario de cierre, pues había que pagar aranceles fuera del horario convencional, por lo que forzamos la marcha más allá de las posibilidades de nuestra maquina. El clásico golpeteo que se produce cuando el “metal blanco” de una biela se arrastra, obliga a cortar el motor para evitar daños en el cigüeñal y eso hicimos, pero quedamos varados en medio de la nada. Pasamos la noche y a primera hora del día siguiente, mi hermano Fernando quito el cárter para quitar la biela fundida y comprobar que el cigüeñal no había sufrido daño alguno. Con todas las piezas a reparar, hicimos dedo en la ruta y regresamos a la ciudad de Liberia. Fui acompañando a Fernando mientras el Tano quedo  al cuidando del equipo.
Los bomberos, fueron como siempre durante nuestro viaje, los que resolvieron el problema. Nos llevaron al rescate del Tano y nuestra máquina, nos alojaron en el cuartel y ayudaron en la reparación del motor para que un par de días más tarde continuáramos  camino al norte.
En el Salvador, nos apareció agua en el cárter. La tapa de cilindros se había rajado. En Centro América no quedaban ya esos modelos de automóvil  y caminé esa ciudad y sus suburbios durante una semana, hasta encontrar en un gallinero, la tapa de cilindros para el Ford A.
En los autos modernos, una correa dentada conecta el cigüeñal con el árbol de levas y este a su vez, armoniza el funcionamiento de las válvulas en todo motor de cuatro tiempos. Aquellos viejos coches traían un engranaje que cumplía esa función. Cuando por primera vez rompimos unos dientes de este engranaje, descubrir el problema nos llevó varios días. Unos meses después y ya en viaje de regreso se rompió nuevamente , pero esta vez hacíamos apuestas de cuantos dientes había perdido, antes de que se detenga por completo y por supuesto ya viajábamos con el repuesto.

El rodado original es de 19 pulgadas. Salimos con 6 neumáticos usados y consumimos 7 en todo el viaje. Los neumáticos originales no se conseguían, pero afortunadamente, las mazas de Ford eran de cinco tuercas y compatibles con otras medidas de rodado y llanta.

Bueno... busquen fotos de este modelo de coche y luego me dirán si fue o no una verdadera hazaña la realización de este viaje.
En unos días seguimos rodando por Sudamérica.