Una
vez más se confirma mi convicción; “El hombre es lo que piensa”, y como el
pensamiento que generó el viaje se mantuvo firme, constante y sin fisuras, mi
amigo y sus acompañantes fueron construyendo con “casualidades” provocadas, los
cimientos para lanzarse a la aventura.
Hoy
es mayor el número de personas que se lanza a recorrer mundo de manera no convencional,
pero estamos hablando de algo que ocurrió hace más de cincuenta años. Los hijos
de Eugenio duplican la edad que él tenía cuando soñó y realizó su viaje.
En
pocas líneas, estamos conociendo algo que se extendió durante veinte meses, y
no incluimos los dos años de gestación.
Hagamos
el ejercicio de sentir que este es nuestro viaje, y carguémoslo de todas las
emociones, dudas, ansiedades y expectativas que sin duda nos abrumarían.
La
planificación de un viaje en bicicleta, de unos 1200 kms., de extensión y veinte
días de duración, me lleva meses. Solo el tema alimentación es una historia
independiente… pero dejemos a Eugenio que nos cuente como fue el comienzo:
“El 7 de octubre de 1962, al medio día, el sueño se convirtió en
realidad, arrancamos!!
Una caravana entusiasta de
familiares, amigos y colaboradores nos acompañó durante los primeros 60
kms. A partir de ese instante, éramos solo nosotros cuatro.
Ahí comenzaba la historia que me dejó los mejores
recuerdos de mi juventud.
El rodar por la verde, plana y rica pampa bonaerense,
que tanta admiración provoca en los extranjeros, nos era un paisaje familiar. Nosotros soñábamos
con conocer las montañas mendocinas y cruzar la cordillera de los Andes por el
Paso de las Cuevas…
Teníamos que aprender a vivir de otra manera y entre esas
nuevas pautas a cumplir, la mayor exigencia era exprimir al máximo los recursos
económicos. Los compañeros me otorgaron la responsabilidad de administrar los
900 dólares que constituían el capital con que nos lanzábamos al camino.
La primer parada fue en la ciudad de Pergamino, los que
conocen, saben que a Mendoza se va por la ruta 7, vía Villa Mercedes, pero un
pariente de Jópele vivía en Pergamino y
habíamos decidido pernoctar allí en nuestro primer día de viaje.
En la mañana del segundo día, y antes de abandonar la
ciudad de Pergamino, visitamos el diario local, para lo que fue nuestro primer
reportaje, para después armado de coraje, dirigirme a la empresa textil Annán
de Pergamino, que en esos momentos tenía una fuerte presencia en el mercado
nacional. Antonio Annán, su presidente, me recibió gentilmente y después de
contarle nuestro viaje, café mediante, donó
500 pesos !!!… era un montón de guita… con eso cubríamos los gastos desde
la salida hasta la ciudad de Mendoza y conservábamos la totalidad de nuestros
fondos.
Antes
de arribar a Mendoza, dormimos en los calabozos de la comisaría de Villa
Mercedes, en la provincia de San Luis y no por haber cometido delito… fue por
la hospitalidad de los funcionarios.
Mientras nos acercábamos a Mendoza, planeábamos como
manejarnos en una ciudad en la que no conocíamos a nadie. Jólepe y Fernando
sugirieron que deberíamos parar nuestro coche frente a algún centro comercial
importante.
Fue un golazo!! Se empezaron a juntar curiosos. Alguien
llamo al canal de TV y al rato estábamos en la tele. Contamos que buscábamos
donde alojarnos y rápidamente se resolvió todo. Un televidente contactó con el
cuartel de bomberos y nos ofrecieron cobijo. Llegamos a la hora de la cena y en
salón comedor nos esperaba una treintena de bomberos que había seguido nuestro
reportaje en la tele. El cocinero nos estaba preparando una mesa, y con menú
especial ¡hasta vino había!
Al finalizar la cena, apareció el jefe, Comisario Hernández,
quien nos dio una especial bienvenida.
Nevadas tardías en la cordillera mantenían los pasos
cerrados y nos quedamos tres semanas en el cuartel. Estábamos de primera,
teníamos de todo y el Ford, en el patio del cuartel, se había convertido en el auto
fantasma. Se movía de noche solo y
se detenía por unos minutos frente al surtidor de gasolina. Y puedo asegurar
que sin nuestra participación.
El futbol, que nosotros jugábamos desde
niños en los potreros, fue una llave que también nos abrió muchas puertas.
Éramos buenos en eso y existía una marcada diferencia de calidad. Jugamos en
todos lados y nos aportó muchos beneficios.
En el primer día en el cuartel de
Mendoza nos invitaron a un
“picado”, Antonio y yo, participamos y de cómo jugamos, resultó que nos
invitaran a formar parte del equipo del cuartel. Ellos tenían un partido con el Regimiento de Montaña 8,
con el que había mucha rivalidad. Provistos de “documentos truchos”, pasamos a
ser parte del personal del cuerpo de bomberos.
Ganamos 3 a 2, con un primer gol de Antonio y mío fue el de la victoria. Imagínense
la alegría de los bomberos. Días después, el jefe nos convocó a su oficina para
ofrecernos jugar en la provincia de San Luis y con viaje en avión!!. , como esto nos obligaba a postergar nuestra
partida a Chile, lo rechazamos.
Que lindo la pasamos en Mendoza !!!
Cuando sonaba la sirena de alarma, empezamos
a pedir permiso para integrar la dotación y así fue que una noche, salimos para
un incendio. Mi hermano se quedó en el cuartel, pero poco después, otro
incendio en la Bodega Arizu, requería la asistencia de bomberos. El segundo
chofer había salido a llevar al jefe a su casa y no había quien condujera para
la emergencia. Fernando se ofreció y después muy orgulloso, mostraba una copia del libro de guardia, donde
decía que; “la autobomba que acudió al
siniestro de la bodega Arizu, fue conducida por el chofer raidista Fernando Pérez.”
Pasó de todo en esa bella Mendoza. La
gente muy cálida y hospitalaria nos acercaba invitaciones para cenar. Desde un
bife con pan y vino, en un humilde rancho, hasta cenas con altas autoridades
políticas, donde los camareros de guante blanco nos servían vino en copas de
cogote largo.
Dentro del cuartel, el oficial Puertas,
gozaba de un enorme prestigio entre el personal. Era una leyenda. Entre sus
hazañas, se destacaba el haberse jugado en solitario, para rescatar a un grupo
de bomberos, aislados por un alud en la alta cordillera, a los que trajo de
regreso. Entre los bomberos, que tanto
dependen del compañero, este gesto lo diferenciaba positivamente. Este hombre,
cuando estaba de guardia al mando del cuartel, organizaba partidos de futbol
para romper el aburrimiento… a las 2 o 3 de la madrugada. Yo lo insultaba hasta
en arameo, pero terminaba dándome vuelta la cama para que me levante. Un héroe,
pero bastante hincha pelotas.
De la tierra menduca
podría escribir una semana, pero hay que seguir. Tenemos que cruzar la
cordillera. Chile nos espera."
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